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Tristeza y depresión

La tristeza es una de las 4 emociones básicas (junto al miedo, rabia y alegría). Y como tal, tiene una función importante para preservar nuestra salud y bienestar interior.

Resulta algo difícil imaginar qué papel puede jugar a nuestro favor, cuando los síntomas de la tristeza son tan dolorosos y se sienten tan pesados.

A continuación, te explicamos brevemente el papel de las emociones en nuestra vida, nos centraremos en las funciones que cumple en especial la tristeza, y explicaremos también cuándo la tristeza, al estancarse, se convierte en depresión (es decir, cuándo se vuelve una patología) y qué tipos existen actualmente según el DSM- V.

Mucha gente describe su día a día como estar en una montaña rusa emocional; ¡Bienvenido a la vida!, ¡parece que tu corazón late!

Montaña rusa de emociones

Fluir de una emoción a otra, a lo largo del día sería completamente normal; los problemas aparecen cuando nos enganchamos a un tipo de emoción y no somos capaces de pasar a la siguiente.

Si nos monitorizaran en un electrocardiograma, veríamos como las líneas de la pantalla reflejan unas ondas que forman picos, arriba, abajo, a veces más suaves, otras más pronunciadas… solo cuando dejamos de vivir la línea se vuelve plana. Ahora bien, si los picos son demasiado pronunciados, o se marcan siempre en una sola dirección, quizá requieras un cuidado especial para volver a equilibrar el ritmo de tu vida.

La raíz de la palabra emoción lleva implícito el verbo “mover”, y podemos decir, que nuestras emociones nos guían hacia qué tipo de acción necesitamos emprender; Si sentimos miedo o tristeza quizá necesitemos refugiarnos, hay quien busca ese refugio en la soledad y otros lo harán en búsqueda de compañía, si sentimos por ejemplo ira o alegría, nuestro impulso suele dirigirse hacia el exterior; hacia expresar más abiertamente cómo nos sentimos o hacérselo notar a los demás.

Así, nuestras emociones nos ayudan a saber qué es lo que necesitamos en cada momento de nuestras vidas; ¿replegarnos o expandirnos?, ambas son necesarias, y las necesitamos tanto como lo hace nuestro corazón; por eso resultan tan importantes; cuando se movilizan y se dejan fluir, las emociones no se enquistan, vienen y van, permitiéndonos vivir sanamente.

tristeza y depresión

Centrémonos ahora en las sensaciones que acompañan o conforman la tristeza:

  • Sensación de vacío y desasosiego.
  • Decaimiento y desmotivación.
  • Pesadez corporal y enlentecimiento motor.
  • Sensación de que el tiempo discurre muy despacio.
  • Pensamientos desalentadores y catastrofistas.
  • Respiración costosa y asfixiante.
  • Dejadez y olvido de sí mismo, de cuidarse, asearse, comer o dormir.

Antes de describir las características que definen los trastornos depresivos, exploremos la funcionalidad de la tristeza:

¿En qué medida, todas estas sensaciones pueden ayudar a cualquier persona?, ¿Para qué se supone que las hemos de sentir?

“La tristeza es la emoción que nos ayuda a desprendernos de aquello que tuvimos y perdimos (o nunca tuvimos y seguimos añorando). […] Nos lleva a contactar con nosotros mismos, dejando a un lado lo que sucede en el exterior, darnos ese espacio para asimilar lo que ha ocurrido y adaptarnos a la nueva realidad.”  (1)

En este fragmento de la película “Del revés”, podemos observar el papel tan importante de la tristeza, en un momento donde la protagonista de la historia, Riley, pasa un momento de transición, un momento de cambio de la niñez a la adolescencia, añadido a un cambio de ciudad, un cambio de vida y de amigos.

Vemos, cómo el personaje de “alegría” trata de conseguir animar al Elefante (el cual representa al amigo imaginario de Riley) persuadiéndole de que se ponga contento rápidamente, sin escuchar el malestar por el que está pasando, al ver que su mundo de fantasía se desmorona; la “tristeza”, sin embargo, escucha y valida el dolor que está viviendo y la ayuda a desprenderse de eso que está cambiando, de lo que ya no necesita, para dar paso a la nueva etapa que está por llegar.

A lo largo de la película, podemos ver cómo la tristeza es provocada por una causa externa; un cambio de casa, un alejamiento de los amigos de la infancia… y también por una causa interna; la sensación de melancolía por la pérdida de la inocencia infantil, por una sensación de añoranza de un periodo que se termina.

¿Qué hace el personaje de “tristeza” para aliviar el malestar de su amigo el elefante?

Se acerca a él, lo escucha sin intentar cambiar nada, valida su emoción, y está receptiva para abrazarlo cuando este necesita llorar.

“Compartir el dolor, expresar la sensación de vacío ante la pérdida y hablarlo con otras personas ayuda a integrar la pérdida en un discurso, a darle la forma que necesita para dejar un espacio a lo que tiene que venir”. (2)

Hasta aquí hemos presentado una forma de tristeza no patológica, con sus funciones y su importancia en el buen funcionamiento de nuestra salud emocional; pero hay casos donde la tristeza deja de ser funcional y se convierte en un lastre muy pesado tanto para la persona que la padece como para los que están a su alrededor.

En este vídeo, cuándo la mamá deja de responder a su bebé, observamos que de pronto, se vuelve ausente, no está disponible ni resulta alcanzable para su bebé, cualquier cosa que éste haga para llamar su atención, parece no surtir ningún efecto en ella. Esta es la sensación que pueden experimentar las personas que están cerca de una persona deprimida, parece que no hay nada que hacer ni que decir para “sacarlos” del estado de depresión que experimentan, lo cual resulta tremendamente frustrante y agotador.

Así pues, podemos hacernos una idea de la diferencia entre la tristeza sana y la patológica; Estos ejemplos podrían ser los extremos de un continuum en dónde todos nos encontramos. Sería labor del profesional (psicólogo o psiquiatra) establecer si la persona está en los límites de lo normal o lo patológico y en función de eso establecer el tratamiento más oportuno.

La depresión se encuentra entre los 4 problemas de salud más comunes en el mundo; se cree que en el año 2020 llegará a alcanzar el segundo lugar, solo por detrás de las enfermedades cardiovasculares.

Un diagnóstico de depresión, ha de tener en cuenta los siguientes parámetros:

  • La duración e intensidad de los síntomas.
  • La presentación temporal.
  • La supuesta etiología (lo que se supone es la causa del problema).

trastorno depresivo

En función de estas características, encontramos dos tipos fundamentales de trastornos depresivos: (3)

  1. Trastorno depresivo mayor.
  2. Trastorno depresivo persistente (Distimia).

(Antes del año 2013, en versiones anteriores del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, se incluían dentro de los trastornos depresivos, el trastorno bipolar, pero en la actualidad, en la versión DSM-V, se considera un trastorno aparte.)

Trastorno depresivo mayor:

Es el trastorno clásico de este grupo; para establecer el diagnóstico de depresión mayor, los síntomas que se mencionan a continuación, han de ser novedosos (no habituales en la persona en cuestión) o deben haber empeorado claramente en comparación con el estado de la persona antes del episodio.

Un episodio depresivo mayor dura al menos dos semanas (normalmente es bastante más tiempo), y luego puede remitir (cesar) y posteriormente reaparecer o no hacerlo nunca más. Durante este tiempo hay:

  • Al menos uno de los siguientes síntomas:
  1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días. Las personas deprimidas suelen reportar sentimientos de vacío, tristeza o falta de esperanza, se sienten “por los suelos”, “sosos”, o “sin sentimientos”. Esta tristeza se nota en la expresión facial. Hay gente que, en lugar de hablar de sentimientos de tristeza, lo que hace es enfatizar las quejas somáticas (dolores corporales); otras personas se muestran irritables, con una ira persistente y un exagerado sentido de la frustración por acontecimientos que, para cualquier persona no deprimida, serían insignificantes.
  2. Pérdida de interés o placer por todas o casi todas las actividades, perdida de interés por los hobbies; dejar de sentir placer por actividades que antes si les resultaban placenteras. Se aíslan socialmente, puede haber pérdida significativa del deseo sexual.
  • 4 o más síntomas de la siguiente lista:
  1. Pérdida o aumento importante de peso o del apetito. Hay quien se tiene que forzar a comer y quien tiene ansia por determinadas comidas.
  2. Insomnio (dificultad para quedarse dormido, despertar en medio de la noche o muy temprano en la mañana) o hipersomnia (dormir más horas de lo habitual por la noche y/o periodos de somnolencia durante el día).
  3. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días. Incapacidad para sentarse o estarse quieto, o bien caminar sin cesar de un lado al otro, retorcerse las manos, tocarse o frotarse la piel, la ropa, u otros objetos. Enlentecimiento del discurso, pensamiento y movimientos corporales ralentizados. Aumento de las pausas antes de contestar, disminución del volumen, la inflexión y la cantidad o variedad del contenido del discurso o bien mutismo. (Todo esto observable por otras personas).
  4. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días sin haber realizado esfuerzos físicos considerables. Por ejemplo, lavarse y vestirse les resulta extenuante y les requiere el doble de tiempo del habitual.
  5. Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada. Culpa y rumiaciones constantes sobre pequeños errores del pasado, cualquier acontecimiento trivial sirve para probar los propios defectos personales. Exagerado sentido de la responsabilidad hacia los acontecimientos inapropiados. Culparse a sí mismo de estar enfermo y fracasar en las responsabilidades laborales o interpersonales.
  6. Disminución de la capacidad para pensar, concentrarse o tomar decisiones. Problemas de memoria.
  7. Pensamientos de muerte recurrentes, ideas suicidas recurrentes con o sin plan especificado. Creen que los demás estarían mejor si él estuviese muerto.

depresión

Todo ello causa un malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otra área de funcionamiento.

La persona nunca ha padecido un episodio maníaco o hipomaníaco.

Es importante tener en cuenta que un periodo de duelo suele conllevar un gran sufrimiento, pero este no tiene por qué inducir un episodio depresivo mayor; no obstante, en personas que tienen una vulnerabilidad a los estados depresivos, pueden darse al mismo tiempo y agravar la situación.

En el duelo, el sentimiento predominante es el sentimiento de vacío y pérdida, mientras que, en la depresión, es la incapacidad de esperar felicidad o placer. La intensidad del dolor del duelo disminuye con el tiempo o aparece en oleadas, las denominadas punzadas del duelo, que se asocian a pensamientos o recuerdos del difunto.

En la depresión el estado de ánimo decaído, no se asocia a pensamientos o preocupaciones específicas. En el duelo puede haber lugar para el humor y emociones positivas que no son característicos de la inmensa infelicidad y miseria que se observa en la depresión. En el duelo la autoestima se conserva mientras que en la depresión es frecuente pensar que no se vale para nada y despreciarse a uno mismo.

Los pensamientos de muerte de una persona en duelo, son generados por el anhelo de “reunirse” con el fallecido, mientras que en la depresión estos pensamientos están en la línea de poner fin a la propia vida por el sentimiento de inutilidad, de no ser digno de vivir o de ser incapaz de hacer frente al dolor de la depresión.

Los episodios depresivos pueden ser únicos (cuando se presentan sólo una vez en el tiempo), o recurrentes (cuando aparece un episodio depresivo mayor que después de un tiempo desaparece (remite), pero transcurrido un intervalo mínimo de dos meses consecutivos en remisión, vuelve a aparecer.

tristeza y depresión

En función del número de síntomas presentes, se observa la gravedad que puede ser de carácter leve, moderada o grave.

Trastorno depresivo persistente (Distimia):

Se trata de una forma más crónica de depresión; un ánimo deprimido que aparece la mayor parte del día, durante la mayor parte de los días, durante al menos dos años.

Serían necesarios a mayores de este estado de ánimo deprimido, tan solo dos (o más), de los siguientes síntomas:

  • Poco apetito o sobrealimentación.
  • Insomnio o hipersomnia.
  • Poca energía o fatiga.
  • Baja autoestima.
  • Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones.
  • Sentimientos de desesperanza.

Los episodios de depresión mayor pueden aparecer antes y durante un trastorno depresivo persistente.

En el trastorno depresivo persistente, los síntomas son más leves que en los episodios de depresión mayor, suelen justificarse como “parte de la personalidad” de la persona que la padece; al pasar más desapercibida, no es hasta un momento donde la situación se agrava, que la persona o sus allegados piden ayuda.

tristeza y depresión

Estamos en un momento social donde las prisas y las presiones del día a día, hacen que los contextos de apoyo para recuperarse de una depresión, se vean muy limitados; de ahí la importancia de empezar un proceso terapéutico que consiga apoyar experiencias más placenteras y de re-vitalización de la persona que está atravesando un proceso depresivo.

Referencias:

(1); (2) Pérez, Rosalía. 2017. Abraza tus emociones. Amat editorial.

(3) Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition (DSM-5) —en españolManual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). 2013. Editorial Médica Panamericana

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